jueves, 25 de febrero de 2010

Nuestra democracia

Todos los días se lee el periódico y se observa una profunda polarización en la sociedad que no había sido observada nunca en la historia del país, acompañada por una creciente exclusión de todo sector que no esté de acuerdo en algún aspecto de las políticas de unos gobernantes dispuestos a permanecer en el poder a toda costa aún cuando la historia y nuestra memoria ancestral bolivariana nos indica que es nocivo para cualquier sociedad.


Nos encontramos también con los frutos de un discurso dirigido a encender odio y además trata de culpar de todos los males que ocurran en el país a cualquier factor externo a nosotros mismos, como si la sociedad venezolana no cometiera nunca errores sino que está constantemente expuesta a las decisiones arbitrarias de un sector interesado en establecer un estado de miseria permanente.

El común denominador de la población parece no estar consciente del juego político que se desarrolla bajo sus pies y sobre sus cabezas, y sólo ven los resultados “posibles” de las decisiones del ejecutivo sin tomar en cuenta las consecuencias a largo plazo ni los resultados que políticas similares han tenido en el pasado.

Miles de ejemplos serían citados, pero siempre se va a contar con el apoyo de la población que no sigue nunca los “avances” de las decisiones políticas antes tomadas y simplemente se contenta con apoyar cada nueva imposición de nuestros gobernantes pensando que toma medidas para “frenar” a algún sector que se está “aprovechando” de ciertas condiciones dolosamente.

Todo esto inevitablemente trae a recuerdo todas las advertencias que nos hacía George Orwell en sus libros 1984 y Granja de Animales de que quien controla el pasado, controla el presente y es dueño del futuro y, sobre todo, siempre hay un factor externo capaz de ser culpado de todo cuanto salga mal. Hay un vacío temporal intencional que está poco a poco siendo llenado por el heroísmo y grandeza de un grupo único de liberadores. La gente ya no recuerda el pasado, o lo ve como algo que era totalmente indeseable y que el presente es definitivamente mucho mejor. El mal de ahora es preferible a cualquier error perpetrado en el pasado.

Cada error hecho por el gobierno actual es perdonado por haber sido cometido en el pasado o en el extranjero por algún otro líder, sin ver que cada una de esas personas sólo incurrió en dichos errores en un período histórico corto, una sola vez y fueron entes con mucha separación entre sí. Los errores y atropellos que la humanidad ha presenciado durante toda su historia y geografía, están siendo cometidos por un grupo focalizado de gente, en un mismo punto geográfico, en un período histórico realmente corto y seguimos siendo totalmente permisivos.

Por otro lado, la presencia y apoyo de personalidades de la comunidad científica política de izquierda le añade un tono algo tenebroso al asunto. Sabemos que siempre ha habido un interés de esa gente de experimentar sus teorías de cambio en los métodos de producción en cualquier país que lo permitiera, incluso antes de lo predicho por Marx de que ese momento llegaría cuando el capitalismo resolviera todos los problemas de producción. Y no es desconocido el hecho de que los gobernantes actuales y su cerrado círculo de poder son la oligarquía más rica que ha tenido Venezuela en toda la historia del país.

Considerando estos factores, se podría especular que ha habido una especie de venta del país a científicos para probar su modelo socialista una vez más, y hay un sector que está siendo incalculablemente beneficiado. En lo personal, cada vez que veo las medidas que toma el gobierno, sus efectos, proyecciones y antecedentes me parecen medidas antes tomadas por otros gobiernos, tomadas de libros de texto, y la gente adopta las respuestas esperadas por ellos, y cada vez que trata de organizarse lanzan 3 o 4 medidas arbitrarias que afectan a varios sectores individualmente para desorientar el esfuerzo por mantener la democracia.

Las concepciones de lo que debería ser una democracia descritas por Dahl, Bobbio, Morlino o Brito dejan a nuestro sistema de gobierno claramente fuera de esos modelos y lo centrarían dentro de modelos autoritarios o aún totalitarios con ciertos vestigios democráticos para cuidar la imagen internacional.

A mi entender, la única manera de frenar este avance es aplicando lo que Dieter Nohlen propone. Hay que sustituir la cultura de la opinión por la cultura de la argumentación, hay que darle a la sociedad las herramientas para crearse criterios y establecer como negativo el valor del chisme y la información de segunda mano.

Para mí, la única manera de reestablecer la democracia de una manera democrática es cambiar los valores de la población. Reemplazar la suposición de que todo en la política es malo, toda autoridad es corrupta por naturaleza, todo mal viene de afuera y que nada de lo que haga o piense va a lograr cambiar el ámbito en el cual se vive, por todo lo contrario y hacer ver que nuestras acciones individuales tienen absoluta repercusión sobre nuestra sociedad, no tomar lo que se dice sobre algo como una verdad para no juzgar sobre lo que no se sabe y tomar responsabilidad sobre todo lo que se dice y hace.

No hay comentarios:

Publicar un comentario